No sé en qué momento pasé de querer cumplir más años a no quererlo. Recuerdo el día en que por fin llegaron los 18. Dos frases de mi padre se grabaron en mí. La primera, con el cachondeo habitual, fue "A partir de ahora, si la policía viene a casa, ¡es a por ti!". Pero la segunda... ay, la segunda!! Siempre me viene a la mente en los días previos a mi cumple: "Aprovecha el tiempo que a partir de ahora pasa volando". Y qué razón tenía.
Pero no me dí cuenta enseguida. Fue hace unos años cuando de verdad sentí lo que era el no haber aprovechado el tiempo. Por ejemplo, con los abuelos. Escuchar sus historias, tenerles cerca, disfrutar de su risa, que solía ser escasa. Por eso hoy, cuando tengo oportunidad de ver a la abuelilla que me queda, no la desperdicio. Me da igual que me cuente lo mismo una y otra vez, me da igual tener que explicarle las cosas 20 veces. Por lo menos, el día que se vaya, mi conciencia estará tranquila porque sé que "la aproveché" al máximo.
Desde que entendí que la vida cambia drásticamente de la noche a la mañana, mi único objetivo ha sido el ser feliz. A simple vista parece moco de pavo, pero no lo es. Hay que saber apreciar los pequeños momentos, pequeños detalles que si no estás atento se escapan en un suspiro y no te das ni cuenta. Devolverle una sonrisa a la vida es en ocasiones algo bastante difícil. Pero si llegas a entender que no hay situación que 100 años dure (ni cuerpo que lo aguante), al final pasas el trago de otra manera.

El caso es que mañana tendré un año más, y, aunque hay cosas que me gustaría que fuesen diferentes, soy feliz porque todas las demás están justo como deben estar. Desde mi pequeño mundo os animo a que os hagáis una pregunta: Cuando seáis viejos y recordéis estos años, ¿qué queréis contarle a vuestros nietos? Ahora estáis a tiempo de cambiar, de ser más felices, de disfrutar de las pequeñas cosas. No lo desperdiciéis!!
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