Este es un tema que trae cola porque siempre se tiende a confundir ambos términos. Como ya he comentado en más de una ocasión, mi pequeña D regurgita lo más grande con cada toma, pero hasta antes de ayer no necesitaba tratamiento. Para que puedas entenderlo mejor he decidido escribir este post en un intento de disipar esas dudillas que se tienen al respecto.
Para empezar vamos a intentar saber un poco más acerca de cómo funciona el estómago de un bebé. Cuando nacen, su estómago es muy pequeñito, como puedes ver en la foto. Por eso es normal que al principio echen bastante leche después de cada toma, coman menos y lo hagan con más frecuencia. A medida que va pasando el tiempo su estómago crece y con ello su capacidad.
Otro factor a tener en cuenta es la inmadurez del cardias. ¿Y eso que es? Es la válvula situada entre el esófago y el estómago que se encarga de regular el paso de los alimentos, impidiendo que éstos "salgan" una vez que entran. Esta válvula se termina de desarrollar entre los 6 meses y el año de edad, ya que con la introducción de los alimentos sólidos se hace más fácil controlarlos.
Una vez dejado claro estos dos puntos, vamos a ver la diferencia entre ambos términos. La regurgitación se produce habitualmente después de las tomas, y son cantidades de leche pequeñas no digerida de forma continuada, aunque el bebé no hace fuerza ni tiene incomodidad al expulsarla. Es más, muchas veces se ríen l@sjodí@s bribones ¿verdad? Sin embargo, podríamos definir el reflujo como la expulsión molesta y brusca, a veces precedida de náuseas, de cantidades de leche ya digeridas (con aspecto y olor similares al requesón).
¿Cuál es el problema y por qué han tenido que empezar a medicar a D con omepreazol? (Cada pediatra te recetará lo que crea conveniente en base a cada situación y bebé). Pues que las regurgitaciones continuadas terminan por dañar la mucosa del esófago y favoreciendo el reflujo. Entonces, ¿hay algo que podamos hacer? Pues aunque no siempre funcionan al 100% sí que podemos intentar los siguientes truquillos -
Una vez dejado claro estos dos puntos, vamos a ver la diferencia entre ambos términos. La regurgitación se produce habitualmente después de las tomas, y son cantidades de leche pequeñas no digerida de forma continuada, aunque el bebé no hace fuerza ni tiene incomodidad al expulsarla. Es más, muchas veces se ríen l@s
¿Cuál es el problema y por qué han tenido que empezar a medicar a D con omepreazol? (Cada pediatra te recetará lo que crea conveniente en base a cada situación y bebé). Pues que las regurgitaciones continuadas terminan por dañar la mucosa del esófago y favoreciendo el reflujo. Entonces, ¿hay algo que podamos hacer? Pues aunque no siempre funcionan al 100% sí que podemos intentar los siguientes truquillos -
- Alimentar a nuestro bebé de la forma más vertical posible y mantenerlo así hasta aproximadamente media hora después de la toma. Es cuestión de gravedad.
- Intentar que el entorno a la hora de comer sea un momento tranquilo para que no le produzca ansiedad o se distraiga.
- Intentar que echen gases a mitad de la toma. Esto por ejemplo con mi cachorra
ni de coñano lo podemos hacer porque la lía "parda" si le quitas su bibe antes de que se haya saciado, y termina siendo peor el remedio que la enfermedad. - El tamaño de las tetinas también es muy importante, porque aunque esté en el rango de la edad recomendada, puede que no sea la que mejor le va a tu hij@. Si sale más cantidad de leche de la que tu peque puede asimilar, será más fácil que le eche después. De la misma manera, si sale muy poca cantidad tragará más aire lo que le provocará más gases, más eructos y por consiguiente más regurgitaciones. Por ejemplo, D usa los biberones Twistshake y come aún con las tetinas de la talla S porque con la M se atraganta de la cantidad de leche que sale.
- También puedes intentar dar más tomas con menos cantidad, y no esperar a que esté desesperad@ de hambre.
- Y como medida recurrente en pediatría, existen infinidad de leches artificiales antireflujo en el caso de que tu peque tome bibe, si está con lactancia materna obvia este punto (nada mejor que la teti!).
Entonces, ¿cuándo deberíamos ir al pediatra? Pues cuando el bebé se muestre inquieto, irritable, no gane peso, rechace la teti o el bibe o al echar la leche lo haga de forma brusca y llorando. Vamos, cosas lógicas.
Aquí y aquí podéis ver que la Asociación Española de Pediatría da más o menos las mismas pautas que os he descrito arriba.
Mi experiencia - con D el pediatra nos dijo toooodo esto que os acabo de contar, pero ha ido a más y cada vez más cantidad, por lo que ha preferido poner tratamiento antes de que derivara en reflujo. Y no te creas que es mano de santo, que para darle el omeprazol a la fiera hay que sacarse un máster antes, así que ánimo y paciencia!
¿Y vosotr@s? ¿Cuál ha sido vuestra experiencia? ¿Qué tratamientos os ha mandado el pediatra?
Un abrazo!
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