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18 de noviembre de 2017

Primer trimestre



Hola familia!

Aquí estamos de nuevo, en esta ocasión para contaros mi experiencia durante el primer trimestre de embarazo. Ya os anticipo que fue un poco aburrido con respecto a síntomas, creo que fui de esas pocas suertudas a las que no le afectan las náuseas, vómitos, "ascos", etc.

Como os comenté en el anterior post, el 30 de enero nos enteramos de que la búsqueda de Bebé había comenzado y terminado el mismo día.

Los primeros síntomas que noté, antes incluso de saber que estaba embarazada, fueron los que muchas describiríais como "dolores de regla": riñones molestos, pinchazos en la zona del bajo vientre, pechotes hinchados... Pero yo jamás haba sentido ninguno de ellos. Me enteraba de que tenía la regla por lo obvio, no porque los padeciese. 

Lo que sí hizo huella en mi, sobretodo los dos primeros meses, fue el cansancio. Marido flipaba. Solía decirme los fines de semana... "¡Pero si te has levantado a las 11 de la mañana cómo puedes dormirte a la 1 de la tarde?" Pues sí señores y señoras. Me caía por las esquinas. Lo bueno: me echaba siestas todo el rato y solucionado. Tenía la suerte de poder hacerlo.

A partir de ahí el primer trimestre fue rodado en cuanto a "malestares", pero un cambio que a mí sí que me cogió por sorpresa y bastante agudo fue el hormonal: mi cabeza a veces iba muchísimo más allá. Me tomaba las cosas de manera muy personal, estaba bastante MUY irritable (vaya, que me cabreaba en menos que cantaba un gallo). Aquí tengo que decir que Marido el pobre tuvo la mayor paciencia del mundo. Ya habíamos hablado en alguna ocasión de que eso podía pasar y no le pilló por sorpresa mi locura momentánea.

Dejando a un lado los síntomas, he de decir que otra de las cosas que me ha acompañado desde entonces ha sido el miedo. Miedo a que estuviera todo bien. Parece un tópico pero jo, de verdad que se vive intensamente. Y es un miedo que nunca antes había tenido. Pude tener miedo a que en la pelu me cortasen 4 dedos en vez de 2, o a quedarme tirada sin tabaco un domingo por la noche. Pero este miedo era ES diferente. Te coge el estómago cual pellizco de monja y solo se pasa un poco cuando en la siguiente "prueba" (eco, visita al médico, peso, etc) te dicen que va todo genial.

Y bueno, no podía dejar de comentaros el momentazo de la primera eco! Esto sí que se te graba en la retina sin anestesia ni nada... Ahí estaba, una mancha chiquitita chiquitita en medio de un gran óvalo oscuro. Madre mía cómo lloré cuando vimos el latir del corazón. Inexplicable. Aunque puntualizo que no es igual para elllos. Nosotras lo llevamos dentro, cuando nos dicen que sí, que está ahí y comprobamos que nuestro útero no es un terreno hostil y que puede crear vida (CREAR VIDA!) nos emociona sobremanera. Pero los futuros papis solo ven una mancha y lo que perfectamente podría ser tu corazón acelerado. No os enfadéis, es normal ;)

Esta primera eco la tuvimos en el privado a las 8 semanas, y la segunda fue en la seguridad social a las 12. En ésta última ya se veía totalmente formadito. Se movía y pegaba unas patadas... Qué patadas!!! Sobra decir que en ambas me "jarté" de llorar pero además de manera incontrolable. Es una sensación brutal!

Y por último (que al final este post va a ser el segundo Quijote) pero no por ello menos importante, en el primer trimestre realicé dos hitos en mi vida. El primero aprobar todo el primer cuatrimestre (incluyendo una matrícula de honor) con todos los nervios que conllevaba el no saber aún si el embarazo era viable, y el más importante para mi: dejar de fumar. Siempre dije "dejaré de fumar el día en que me quede embarazada". Pues así fue. Tal cual. Sin más. Óle yo :)

¿Y vosotr@s? ¿Qué sentísteis? ¿Qué se os pasaba por la cabeza? Quiero saberlo todo!
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14 de noviembre de 2017

Capítulo II: La noticia

¡Hola de nuevo! ¿Tenéis ganas de saber más? ¿Cómo continúa el capítulo anterior? Pues... ¡Vamos a ello!

Como os contaba, me eché a llorar cuando vi el positivo. En parte porque no me lo esperaba (me refiero a que lo hubiéramos conseguido tan pronto) y en parte porque me lo esperaba (sí, es raro pero mi cuerpo me lo dijo desde el momento cero). Así que, pensando en mi marido y en cómo hacerlo para que no lo olvidara nunca, me fui al chino de al lado de casa (de nuevo sí,  es un poco cutre pero eran las dos y pico de la tarde y era lo único que había abierto) y compré el chupete de la foto, que junto con el test lo pegué en una cartulina chula que tenía por casa y lo colgué en la pared del baño. 

Pensaréis que es un sitio extraño para dejarlo, pero no es tan raro llegar a casa del trabajo y usar el lavabo, más aún cuando es enero y hace frío y el calefactor está ahí ;)

Así que preparé todo y me dispuse a hacer la comida intentando disimular la emoción cuando el papi llegó a casa. Cuál fue mi sorpresa cuando ese día (dichosa ley de Murphy) no le dio por entrar al baño. Así que directamente le pregunté si no tenía intención de pasar. Menos mal que dijo que sí jajajaja. 

Cuando "enfiló" el pasillo, yo me escondí en la esquina para ver su cara... Fue de película. Al principio no lo vio, pero cuando se percató y lo leyó salió corriendo en mi busca diciendo... "¡¡¡No me digas!!!". Qué momentazo. 

A partir de ahí todo fue mágico, compartido, momentos de nervios, complicidad, dudas y felicidad. No queríamos creérnoslo aún (de hecho compré otros 2 test más), quisimos esperar a la eco de las 12 semanas (mentira, fuimos al privado a las 8 semanas porque no pudimos pude aguantar con la intriga). La verdad es que durante el último año había leído millones de artículos, estudios, documentales, libros, etc. acerca del tema, y no es tan raro un aborto natural, o un falso positivo (si eres una ansias como yo y te lo haces antes de la primera falta). Así que dentro de la emoción inicial quisimos guardar la calma y, sobretodo, el secreto.

Pero tampoco pudimos hacerlo.

La verdad es que he tenido un embarazo buenísimo hasta prácticamente el final. Los primeros meses ni náuseas, ni ascos, ni nada de nada... Excepto las hormonas. Uff! Qué verdad más grande eso de que te cambian por completo. Nunca antes había reído a carcajadas mientras estaba llorando... Y fue ese el motivo de desvelar el secreto. Una tarde marido me vio tan decaidilla que me propuso contarle a mi papi la gran noticia. Y, claro, yo accedí :)

Aunque no fue el primero en saberlo, porque antes mi hermana recibió un whatsapp con una foto:




"Hermana, eres genial. Guapa. Lista. Realmente encantadora. De hecho eres tan genial que hemos estado pensando en darte un ascenso. ¿Te vendría bien ser tía?






Continuará...





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8 de noviembre de 2017

Capítulo I: Sensaciones

Como os dije en el anterior post, en enero del 2017 comenzamos nuestra aventura. Había varios factores que nos llevaron a decidir que ese mes sería el primero. 

Por un lado, a mi me daría tiempo perfectamente a acabar el curso corriente de la universidad, que con lo que me costó poder hacerlo era entonces mi prioridad. ¿Que por qué? Bueno, digamos que nunca fui buena estudiante. Siempre iba raspando aprobando, pero por pereza más que nada. De ahí que cuando senté la cabeza (ah, ¿pero eso ha pasado?) me dijera a mí misma... "Qué idiota fuiste por no estudiar en su momento". Y como a cabezonería no me gana nadie, me preparé el acceso para mayores de 25 y aprobé!! Un 7,24 nada menos (ahí, que se note el orgullo). 

Por otra parte, queríamos tener la certeza de que el seguro cubría el embarazo, ya que lo dimos de alta en 2016 y como la mayoría de ellos, tiene carencia en algunas cosas. Una de ellas era el embarazo.

Y bueno, como tercer factor a tener en cuenta era que evidentemente pasarte unas navidades sin jamón por amor al arte teniendo posibilidad de elegir pues como que no ;)

Así que justo cuando arrancó el curso, en octubre del 16, opté por cuidar mi alimentación y mis hábitos, aunque fumar fue mi punto débil. No lo dejé hasta que vi las dos rayitas. También comencé con el típico ácido fólico para que aquello fuera ya preparándose de manera óptima. Y así transcurrió el último tirón del año, entre pastillas, desayunos de zumos de naranja con tostadas de tomate y aceite (dobladas a la mitad por una buena amiga) y apuntes, trabajos y risas. 

La navidad se nos hizo corta. La pasamos entre las dos familias, entre Madrid, Ciudad Real y el Puerto de Santa María. Tierra a cuál más bonita. Disfrutando de la libertad de acostarte tarde, de salir de copas, de apostar en la mesa de mus, de chupitos con tu padre o de partidas eternas del Monopoli.

Y de repente nos vimos de vuelta en casa, de vuelta a la rutina, pero con la idea en la cabeza (nace una ilusióoooon....). Y así fue. Una semana después (sí, una semana después) yo empecé a notar cosas. Mi marido se reía ("Anda ya!", me decía), pero os prometo que fue así.

Que si dolorcillo de riñones, sensación de hinchazón, las tetis raras... Vamos, lo que la mayoría de las mujeres describirían como la parte física del "síndrome premenstrual". El dato es que yo jamás lo había tenido, quizá por eso me hizo pensar en que algo se estaba "cociendo" y no eran unas papas precisamente.

Aún así intenté esperar hasta la primera falta, pero que va. Con lo impaciente que soy ni de coña broma. Bastante que esperé a que fuera lunes y no fui a la de guardia el domingo jajaja

Así que a 3 días de mi supuesta primera falta, el día en que hice el primer examen de la uni, compré un test de vuelta a casa. Cuando entré en la farmacia pedí el más barato, con la certeza de que yo ya estaba desvariando y de que el test evidentemente saldría negativo. Además que tela marinera lo caros que son!! 

Cuando llegué a casa, Nescafé cappuccino me fui directa al baño. Al abrir y leer las instrucciones me vine un poco abajo: había que esperar al menos 3 días después de la primera falta y utilizarlo por la mañana nada más despertar. Vaya, que lo estaba haciendo todo al revés. Pero el ansia me pudo.

Y ahí estaba yo a las 2 de la tarde, esperando como un tigre en una jaula sin querer mirar hasta pasados los dichosos 5 minutos. Si se hace largo 1 minuto del microondas esto parecieron años! Pero pasado el tiempo lo cogí y... sorpresa!! El positivo marcado con toda claridad. Me eché a llorar.

Continuará....




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4 de noviembre de 2017

Comienzos

Es curioso cómo a veces la vida nos da y nos quita a su antojo. No importa lo mucho que te esfuerces si a ella no le da la gana ceder. Ni sirve tampoco oponerte si quiere dártelo. Pero muy de vez en cuando, los planetas se alinean y los planes salen bien. Justo como lo has planeado. Justo como lo habías imaginado. Esta historia que a partir de ahora os iré contando va precisamente de uno de esos momentos. 

El año pasado mi marido y yo empezamos a fraguar un plan. Con antelación, con premeditación y alevosía, para llevarlo a cabo a principios de este año, a sabiendas de que lo más probable era que llevara tiempo. Pero, como decía antes, los astros favorecían nuestro horóscopo (la verdad es que ni idea de esto) y nuestro plan salió a la perfección. Pero empecemos por el principio.

En octubre del año pasado empecé a estudiar, después de casi 10 años. Me encabezoné en poder entrar en la universidad. Pues dicho y hecho. Y poco hice para la nota que saqué en la prueba de acceso (pero qué bien lo celebré con mi "Pacharán" jajaja). La verdad es que la sensación de volver al olor de los cuadernos sin estrenar y a tiza, la ilusión de preparar la "vuelta al cole"... Fue un auténtico reencuentro. Aunque no lo fue tanto cuando empecé las clases y me encontré con que la mayoría de mis compis (como es lógico) tenían 18 (cuando no 17) años, con las diferencias que eso conlleva. 

Pero fui capaz de sacar partido y adaptarme sin problemas, aprovechando que mi marido me apoyaba al 100% y creamos un grupo de prácticas muy chulo, donde nos contábamos todo, compartíamos los trabajos y cada una hacía su parte. Y así se mantuvo hasta que mi chip cambió. 

Como os cuento, tomé las riendas del grupo (por decirlo de alguna manera) ya que la experiencia en el trabajo es un grado y los conocimientos de informática eran bastante mas altos que los de mis compis (no es por echarme flores, de hecho cada una teníamos un punto fuerte). Así que yo me encargaba de juntar todos los trabajos, corregirlos, y adaptarlos lo más "profesionalmente" posible. 

Esto, como imaginaréis, me llevaba bastante tiempo, pero en enero, justo el día en que hice mi primer examen, mis prioridades cambiaron totalmente. Lo primero ya no era el sacar la mejor nota posible, no eran mis compañeras o el proyecto que había comenzado meses atrás. Ni siquiera aprobar era lo primero. De repente el centro de mi mundo fueron dos rayitas rosas en un palo blanco y morado. Vale, ha sonado como si fuera un palo meado del parque, pero no. Después de mi primer examen, como sospeché desde el momento uno, me hice un test de embarazo y evidentemente salió positivo

Ahí es donde comienza esta historia. Nuestra historia. Nuestro nuevo proyecto. Dentro de poco os contaré cuáles fueron las reacciones, cómo se lo dije al papi, cómo se enteró el resto de la familia y cómo ha sido todo hasta llegar a hoy. ¿Tienes ganas de saberlo? En breves en el blog!
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